Ana Montero | 19 de febrero de 2019
Aunque cualquier momento puede ser bueno, el periodo posterior a los excesos navideños, que implica un montón de propósitos de Año Nuevo, o la llegada del buen tiempo, con la temida operación biquini, son fechas clave para el auge de las llamadas dietas mágicas o dietas milagro. Recurrir a este tipo de dietas agresivas que prometen un adelgazamiento rápido con poco esfuerzo resulta realmente tentador.
Dentro de la categoría de dietas milagro o dietas mágicas, se encuentran las dietas excluyentes hiperproteicas, que incluyen desde la clásica dieta Atkins hasta el famoso método Dukan. Se trata de dietas muy desequilibradas desde el punto de vista nutricional, con un consumo excesivo de grasa y proteínas animales, y deficitarias en hidratos de carbono, vitaminas, minerales y fibra. Este tipo de dietas provoca una sobrecarga renal para intentar compensar la acidosis metabólica que producen y, aunque inicialmente se traducen en una rápida pérdida de peso, no resultan efectivas a largo plazo.
¿Las dietas milagro funcionan? Tras un estudio práctico en 80 centros, denunciamos 23 productos dietéticos por publicidad y etiquetado ilegales en nuestra campaña "Kilos de mentiras" https://t.co/Wmlk4oBNFr pic.twitter.com/KVRVvWb9yT
— OCU (@consumidores) May 7, 2018
Se trata de dietas basadas en recomendaciones, mitos y creencias irracionales, con completo olvido de los principios establecidos por el estudio científico de la nutrición. La mayoría de estas dietas parten de premisas falsas y pueden ocasionar trastornos más o menos graves, dependiendo de su severidad y duración. Por otro lado, promueven la búsqueda de beneficios económicos más que la promoción de una alimentación sana y equilibrada.
Un factor común que caracteriza a este tipo de dietas es un desequilibrio en la ingesta de nutrientes y una severa restricción de energía, lo cual provoca un déficit calórico responsable de la posible pérdida de peso. Además, favorecen una recuperación muy rápida del peso perdido (efecto rebote), porque la dieta no está basada en una reeducación nutricional, y cuando retornan a sus hábitos alimentarios previos vuelven a cometer los mismos errores nutricionales que ocasionaron la ganancia de peso.
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Actualmente han surgido otras dietas similares llamadas Keto o cetogénicas, un plan de alimentación basado en la ingesta elevada de grasa, de cantidades moderadas de proteínas y, de nuevo, excluyente en cuanto a la ingesta de hidratos de carbono, que, al igual que las dietas hiperproteicas, son dietas complicadas de seguir en el tiempo y pueden ocasionar importantes riesgos sobre la salud.
En el top de dietas milagro para bajar peso también se encuentra la dieta del ayuno intermitente, que incluye dos versiones. La 5:2, que consiste en no restringir ni alimentos ni calorías durante cinco días y, sin embargo, en los restantes dos días de la semana limitar la ingesta de energía al 25% de la ingesta habitual (500-600 kcal). Y la versión 16:8, en la cual solo se puede consumir alimentos durante 8 horas al día, debiéndose ayunar el resto de la jornada diaria (16 horas). La pérdida de peso suele ser efectiva, aunque suelen provocar pérdida de masa muscular.
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Otra dieta agresiva es aquella que implica un internamiento del paciente para su alimentación exclusiva a través de sonda nasogástrica, con posterior reintroducción de alimentos sólidos y suplementos nutricionales hasta llegar a la alimentación convencional. Requiere una importante intervención médica, con posibles efectos colaterales (debilidad, alteraciones gastrointestinales etc.) y no implica una reeducación del paciente, lo que supone en la mayoría de los casos una ganancia de peso al finalizar el tratamiento.
No podemos olvidar tampoco las dietas Detox (basadas en infusiones o zumos naturales de frutas y verduras), capaces de “eliminar toxinas” de nuestro organismo y conseguir notables pérdidas de peso; las dietas monotemáticas (alcachofa, espárrago, piña, etc.) o incluso la dieta del Paleolítico (Paleodieta), que aboga por una alimentación al estilo de nuestros antepasados cazadores-recolectores que suprime el consumo de cereales, legumbres y lácteos y preconiza el consumo de productos frescos, como carne, pescado, verduras y fruta, y cuya principal, y quizá única ventaja, es eliminar el consumo de alimentos ultraprocesados.
Se debería huir de cualquier dieta que no esté prescrita por especialista en nutrición y dietética y que no sea personalizada, es decir, pensada para las circunstancias de cada paciente. Cualquier plan de alimentación que no tenga en cuenta los gustos y preferencias del individuo (estilo de vida, horarios) va a tener muchas más posibilidades de fracasar que el que tenga en cuenta estas premisas.
La adherencia a la dieta, capacidad de adquirir hábitos alimentarios adecuados que perduren en el tiempo, será el factor clave en la pérdida de peso y este tipo de dietas agresivas implica una monotonía alimentaria que las hace insostenibles en el tiempo y peligrosas para la salud y el bolsillo.
No podemos pretender corregir inmediatamente defectos de nuestra alimentación que se han mantenido durante años. Al igual que el peso se ha ganado progresivamente a lo largo del tiempo, habrá que perderlo de la misma manera. No existe un método infalible para adelgazar, y hacerlo de una forma saludable no es ni fácil ni rápido. Si así fuera, las cifras de sobrepeso y obesidad serían más bajas de lo que son actualmente.
Para lograr una pérdida de peso a largo plazo, los especialistas recomiendan evitar métodos «milagrosos» y rápidos, y adoptar hábitos alimentarios saludables, además de practicar regularmente ejercicio físico.